Be water, be air, be fire, be earth...
- Alejandro Martín Calle
- Nov 25, 2015
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Múltiples culturas hacen referencia a los cuatro elementos básicos de la naturaleza (agua, aire, fuego y tierra) para representar diferentes aspectos del mundo físico y social. Otras culturas añaden un quinto elemento (los chinos la madera, los sufíes el éter, etc.).
Limitándonos al esquema de los cuatro elementos, vemos que estos dan mucho juego. Tal y como referían los pensadores presocráticos griegos, si los clasificamos en un doble eje: estático- dinámico y material-inmaterial, cada uno aparecería en un cuadrante diferente:
Material y dinámico: el agua.
Inmaterial y estático: el aire.
Inmaterial y dinámico: el fuego.
Material y estático: la tierra.
Esta simbología puede ilustrar también nuestra vida, nuestros proyectos, nuestro trabajo. Como en todo camino, tendremos que sortear dificultades y obstáculos. Y otras, por el contrario, aprovechar nuestras fortalezas y oportunidades. La persona completa que sepa integrar las virtudes de cada uno de estos elementos y que sepa desplegar en cada situación, las fortalezas que le brinda cada elemento, encontrará gran ventaja a la hora de hacer frente a las diferentes vicisitudes y llevará a buen puerto sus diferentes proyectos y obras.
Sé agua: fluye como el agua. Aprovecha la pendiente a favor, para desbordar y saltar los límites, para separarte del resto de la corriente, a la búsqueda de la unidad de la burbuja, para después fundirse de nuevo con el resto del caudal.
Como el agua, busca tu camino con flexibilidad y allí donde se alzan obstáculos infranqueables, rodea y encuentra siempre una salida. El río sigue su camino con empeño y constancia y acaba domando el paisaje y encauzándolo a favor de su discurso, encontrando profundidad y reposo. Allí hace crecer ubérrimas y apacibles riberas.

Sé aire: calmo y quieto, inmaterial, pero ocupando todoslos espacios, elevándose desde la tierra hasta el infinito... Los ideales, las aspiraciones más profundas y sólidas de nuestra personalidad, deben estar siempre hay presentes, proporcionándonos altura de miras, no dejando que las cosas materiales o más peregrinas nos hagan renunciar a nuestros verdaderos propósitos.

Sé fuego: el fuego destruye lo viejo, lo muerto, lo yaciente y lo transforma energía, en calor, mueve el aire... No se preocupa de las formas, sólo se centra en el hacer, aunque consuma todas las energías y sucumba en el intento. Cuando nos entregamos a una gran pasión, sabemos que va a exigir lo mejor de nosotros mismos, que quizás tengamos que afrontar renuncias costosas y dejar algo detrás. Pero nuestra obra quedará ahí, para iluminar y calentar cuerpo y alma.

Sé tierra: La tierra reclama ahora nuestra atención. Es hora de bajarse al día a día, de centrarse en los problemas concretos y en fijarse en los detalles. Así como un agricultor mima sus plantas, debemos cuidar todos los elementos de nuestra obra, de nuestro proyecto, de nuestro trabajo. Sólo así conseguiremos extraer lo mejor de nuestro trabajo y transformar tierras yermas en vergeles.
