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Asómate al lago de la identidad

  • Alejandro Martín (Extracto del libro. Créate. Da
  • Feb 20, 2018
  • 5 min read

En tanto que haya alguien que crea en una idea, la idea vive.

José Ortega y Gasset

Has indagado el terreno y consultado tu posición. Comienzas a saber dónde te encuentras. Ahora vas a profundizar. Para ello, te asomarás al lago de la identidad y sondearás a través de sus aguas.

La creación es reflejo y proyección de uno mismo. Las actividades que más te satisfacen y estimulan son aquellas que con mayor probabilidad impulsarán y desencadenarán tu comportamiento creador. En tus ideas, transmites un trocito de tu “ADN cultural”. La creatividad es un excelente medio para explorarte desde distintos ángulos y dimensiones. “Autoconcepto”, “autoestima” y creatividad constituyen una triada que se relaciona estrechamente. Por lo tanto, la auto aceptación ayuda a vencer aquellas inhibiciones y bloqueos que impiden hacer uso de todo tu potencial creador. Las aguas se tornarán cristalinas. En este momento, podrás creer en ti mismo y en tus posibilidades. Comenzarás a crear. Para llegar a ello:

Motívate: uno de los elementos en los que existe mayor coincidencia en las investigaciones efectuadas sobre las personas creativas, es su fuerte motivación intrínseca: los creadores trabajan no tanto por el resultado de lo que hacen, ni por la fama, sino por la mera alegría de hacerlo. En este proceso, motivación y curiosidad están fuertemente unidas. Lo cual facilita que se generen múltiples ideas a la vez y se analicen varias posibilidades de forma simultánea.

Haz más lo que te gusta y menos lo que no te gusta: en cierta medida, «nos hacemos» de lo que hacemos. Nuestras sensaciones, atribuciones, “autoconcepto” y “autoestima” dependen en gran medida de lo que realizamos y de cómo lo valoramos nosotros mismos y lo valoran los demás.

En aquellas actividades que nos resultan más atrayentes, invertimos más energías y disfrutamos más, por lo que será más probable que tengamos un resultado exitoso. Y en consecuencia, generemos unas expectativas positivas cuando nos enfrentemos nuevamente a estas tareas. Realimentando así el círculo de la motivación intrínseca.

Comenzarás por clarificar el campo de lo que verdaderamente te gusta hacer, qué actividades y acciones conectan verdaderamente contigo. En estas circunstancias será más fácil que surja y fluya la corriente de la creación. Creatividad y motivación están íntimamente ligadas. Cuando estamos involucrados en una actividad que nos permite poner en juego todo nuestro repertorio personal, experimentamos una mayor satisfacción. También hace que nos exijamos mucho, tal vez más de lo que los demás sean capaces de apreciar. Estamos cruzando el umbral de lo que A. Maslow denominaba autorrealización personal y ello supone satisfacer la necesidad más elevada del ser humano.[1]

Haz que te guste más lo que menos te gusta: desgraciadamente, no siempre podremos evitar una serie de tareas que resultan desagradables, aburridas o que no nos dicen nada. Pero... ¿Cuáles son las razones por las que las percibimos así?

- Por una mera “inercia histórica”: probablemente siempre las hemos recordado como desagradables o aburridas.

- El condicionamiento social ejerce también una gran influencia: algunas tareas están etiquetadas de forma negativa. Por ejemplo, una tarea cotidiana y doméstica como cocinar, tan potencialmente creativa, era vista hasta hace poco por muchos como una carga pesada. Hoy en día, sin embargo, vemos como se ha revalorizado esta actividad, poniendo de relieve su dimensión innovadora y creativa. La cuestión es: ¿tenemos que esperar a que los mass media se fijen en una tarea, actividad o campo para que le demos más valor?

A las tareas más monótonas y rutinarias, parece más difícil encontrarles algún aliciente. Tendemos a automatizarlas, las realizamos siempre de la misma forma y les prestamos poca atención consciente. Esto trae normalmente aparejadas sensaciones de aburrimiento y fatiga, además de llevarnos a errores, acrecentando así su percepción negativa.

Sin embargo, podemos intentar enfocarlas desde otro punto de vista, probando a enriquecerlas de diversas formas. Son buenas oportunidades para poner en juego la imaginación:

- Concéntrate en ellas. Trata de prestarles una atención plena: es una buena oportunidad para no pensar en nada más que en la secuencia de las mismas. Cómo ejecutas cada tarea, cada paso, cada movimiento. Son oportunidades para desarrollar tu concentración, de situarte en el “aquí y ahora”, sin juzgar la experiencia. Limítate a sentirla. Pequeños incrementos en estas capacidades, suelen aportar grandes beneficios en múltiples planos de la vida.

- Piensa. ¿Cómo podrías hacer estas tareas de otra forma? ¿de qué manera podrías realizarlas de forma más eficaz o hacerlas en menos tiempo? ¿qué podrías inventar que te facilitara la labor o te resultara más agradable?

- Experimenta otras formas y sensaciones a la hora de desarrollar la tarea: hazla más despacio. O más deprisa. Si alguna de estas tareas rutinarias las desarrollas de forma secuencial, trata de hacerlas en paralelo, pasando simultáneamente de una a otra.

- Extrae consecuencias e ideas para otras actividades.

Juega: el juego está presente en el proceso creativo cada vez que cuestionamos las presunciones, al ensanchar las fronteras, cuando probamos asociaciones inusuales o cuando manipulamos tentativamente algún aspecto de la realidad. Como señala Erika Landau, «el juego implica relativizar reglas existentes, ponerlas en entredicho, tantear otras nuevas, dejar actuar libremente a la intuición y a las emociones...» «Por lo tanto, los límites se alteran, se descubren nuevos horizontes. Aumenta así, la sensación de libertad y el placer de sentir la conciencia de uno mismo, esencial para el comportamiento creador».

El juego aparece en el niño desde muy temprano y a través de él aprende, primero por repetición, después por experimentación, hasta llegar al juego simbólico, cuyo desarrollo posibilitará alcanzar el pensamiento abstracto.

En la medida que crece, el juego del niño se va cargando de normas, reglas y convenciones necesarias para su socialización e integración en el mundo adulto. Pero, al orientar estas energías de forma adaptativa y centrarse prioritariamente en los resultados, irá olvidando otras variantes y posibilidades del juego.

Una buena forma de dar frescura a tus pensamientos y acciones, es darle la mano a tu <niño interior>. Probablemente te ayudará a mirar las cosas desde otra perspectiva, descubrir nuevos campos de interés, formas alternativas de realizar las actividades cotidianas.

Reconoce tus ideas: para crear es necesario creer. Creer en las posibilidades de uno mismo y en el valor de nuestras ideas y actos. Cuando tenemos este convencimiento, nos ponemos en disposición de emprender grandes proyectos. No basta con que nos lo diga nadie desde fuera. Debemos creerlo realmente.

En Cartas a un joven poeta, Rainer María Rilke ofrece el siguiente consejo:

«Usted pregunta si sus versos son buenos... Está usted mirando hacia fuera y precisamente esto es lo que ahora no debería hacer. Nadie le puede aconsejar ni ayudar. Nadie... No hay más que un solo remedio: adéntrese en sí mismo. Escudriñe hasta descubrir el móvil que le impele a escribir. Averigüe si este móvil extiende sus raíces en lo más hondo de su alma. Y, procediendo a su propia confesión, inquiera y reconozca si tendría que morirse en cuanto ya no le fuera permitido escribir.»

Toma conciencia de tus actos creativos: desde el plano personal, la mejor forma de afirmar las capacidades inventivas y creadoras radica en la toma de conciencia de nuestros actos creativos. Reiteramos la importancia de prestar atención no sólo a la creatividad con mayúscula, ésa que tiene que ver con "la gran obra", "el gran descubrimiento", "la gran inspiración". Reflexiona sobre esas soluciones o elaboraciones originales en tu desempeño diario. Quizás no hayan sido muy espectaculares, pero pueden haber resultado perfectamente válidas. En la medida en que las valores, aumentará la confianza en tus propias facultades y estarás en mejor disposición para lograr ejecuciones originales y valiosas.

[1] A. Maslow diferencia (1995) entre creatividad primaria que identifica con la autorrealización, la cual nace del inconsciente y todos la experimentamos en alguna medida, siendo en ella donde se produce la inspiración; y creatividad secundaria que tiene que ver con la elaboración y donde juegan un importante papel el talento y el esfuerzo.


 
 
 
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