Inteligencia natural:
- Admin
- Apr 10
- 2 min read
Naturaleza y salud mental II.
Como señalábamos en el post anterior, la Naturaleza tiene un poderoso efecto sobre nuestro bienestar físico y psicológico.
Aunque estos efectos pueden estar presentes en múltiples ecosistemas, mayoritariamente las investigaciones han sido realizadas en entornos forestales, donde obviamente el protagonista es el árbol. El árbol que absorbe CO2, proporciona sombra y refresco climático, protege de inundaciones o nos aísla de ruidos, tiene también un poderoso efecto benéfico sobre todo nuestro organismo en general y sobre nuestro sistema nervioso en particular. Las fitoncidas, sustancias volátiles orgánicas segregadas por los organismos vegetales como mecanismo de protección frente a bacterias, hongos, insectos y demás agresores, fortalecen nuestro sistema inmunológico y tienen diferentes efectos beneficiosos.

Sin embargo, la atracción y fascinación que sentimos hacia los árboles va mucho más allá. Y está presente en múltiples culturas y tradiciones, apareciendo como un elemento cargado de simbolismo cultural y espiritual. ¿Por qué tiene tanta fuerza? Una de las hipótesis que mejor lo explica es la teoría de la Biofilia de Wilson (1984): somos seres naturales que hemos vivido miles de años en contacto estrecho con la Naturaleza y tan sólo muy recientemente le hemos dado la espalda. Nos sentimos conectados a ella y la necesitamos. En este sentido, recordaríamos ése árbol en el que habitaban nuestros lejanos ancestros. Sentir transmitido a través de ése inconsciente colectivo al que hacía referencia el psicólogo suizo Carl Jung.
Pero no sólo de árboles vive el bosque: arbustos, hierbas, hongos, líquenes, musgos… Los ecosistemas forestales forman parte de un sistema de complejas interrelaciones que contribuyen a fortalecer la salud del entorno y de sus habitantes.

La contaminación lumínica de nuestras ciudades, sumada al uso actual de los dispositivos electrónicos, sobre todo en horario nocturno, pueden alterar nuestros ritmos circadianos. Aunque no somos conscientes de ello, esta alteración puede causar trastornos del sueño, problemas gastrointestinales, cardiovasculares y del estado de ánimo. En la Naturaleza, los ciclos naturales de luz y oscuridad, respetan estos ritmos. Además, como explica la ya mencionada teoría de Kaplan, la contemplación del cielo nocturno presenta a su vez un potencial restaurativo, terapéutico y de bienestar sobre nuestro estado de ánimo.

Beneficios que nos aporta también la contemplación de los seres vivos que habitan los diferentes entornos. Contribuyendo a un mayor aprecio por el entorno y disfrute del mismo. Focaliza la atención, la capacidad de captar detalles, desarrolla la paciencia y la quietud de la espera, estimula el pensamiento científico, permite el compartir conocimientos y experiencias. Además, desarrolla la memoria visual y en el caso de las aves, la memoria y discriminación auditiva. Quizás por ello, donde más allá estudiado estos efectos sea en éstas. Recientes investigaciones, señalan por ejemplo, que su contemplación aumenta el efecto duradero del bienestar en personas con depresión (White, M.E. et al. 2023.)
Comments