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DISFRUTA EL VIAJE

  • Alejandro Martín Calle
  • Jan 23, 2018
  • 2 min read

Como comentábamos en el artículo anterior, comenzamos aquí nuestro viaje por los territorios de la creatividad.

El excursionista, antes de comenzar el periplo, debe plantear no sólo donde quiere ir, sino el camino más adecuado para llegar. Quizá su vista se haya quedado prendada de las cumbres que despuntan en la “Cordillera de la Genialidad”.

Es normal. Hay que reconocer que su belleza cautiva: la palabra creatividad nos evoca regiones de ideas magníficas y sobresalientes que se plasman en innovaciones, inventos, descubrimientos científicos o bellas obras de arte.

Pero llegar hasta allí no es tarea fácil. En medio se alzan accidentes y territorios llenos de complejidades y desafíos. Y al mismo tiempo, pletóricos de enseñanzas y experiencias enriquecedoras que te ayudarán en tu camino, más allá de los retos futuros que decidas emprender... ¡No tengas prisa!

Conseguir logros y reconocimiento está bien. ¿A quién le amarga un dulce?

Pero ten en cuenta que los productos más valioso a descubrir, crear y reinventar sois tú y tu propia vida.

Ante ti se alzan numerosos caminos, posibilidades. ¿Cómo eliges tu camino? Realmente sigues tu instinto, tu intuición, tus emociones y tus pensamientos o te dejas llevar por inercias, por convenciones sociales o por opiniones ajenas?

Trabajando las actitudes y capacidades que facilitan el acto creador, conseguiremos romper con la inercia del estancamiento en el que habitualmente nos instalamos, el cual nos lleva a reproducir esquemas, ideas, valores y modelos de vida, sin plantearnos en profundidad, hasta qué punto conectan con nuestro auténtico ser. Lo que se traduce en una vida alienada, conformista en lo personal y que lleva a buscar las satisfacciones y el sentido vital en el consumo y el refrendo externo.

Por el contrario, el desarrollo de nuestra creatividad interior, nos sacude el polvo del inmovilismo, nos invita a replantearnos los diferentes aspectos de nuestra vida, nos amplía el campo de enfoque, nos permite desplegar toda nuestra persona de forma integral y disfrutar plenamente de las tareas y actividades que desarrollamos. Entramos así en una espiral de “flujo”[1], donde la confianza permite la exploración y ésta a su vez, el descubrimiento de nuevos elementos o combinaciones.

Este estado de flujo tiene mucho que ver con la atención plena, ya que cuando lo alcanzamos, somos capaces de disfrutar con intensidad de lo que estamos haciendo y sintiendo en el momento.

En definitiva, la singladura que ahora comienzas no te garantiza llegar a puertos donde serás recibido con laureles y pétalos de rosas. Pero conseguirás algo mucho más importante: disfrutar con toda la intensidad y de las enriquecedoras experiencias que proporcionan el surcar nuevos mares rumbo a lo desconocido, siendo consciente de que tú eres quien maneja el timón. Los puertos, pueden esperar.

[1] Flujo: Mihaly Csikszentmihalyi denomina flujo a un estado de conciencia que consume poco esfuerzo, estando altamente enfocado. Cuando se alcanza este estado, aparecen ciertos elementos clave: existencia de metas claras en cada paso del camino, feedback inmediato a las propias acciones, balance entre los desafíos y las habilidades, la acción y la conciencia están unidas, las distracciones son excluidas, no existe miedo al fracaso, la autoconciencia disminuye, se distorsiona el sentido del tiempo y la actividad se vuelve un fin en sí misma.

 
 
 
Colegio oficial de Psicólogos de Madrid
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